lunes, marzo 27, 2006

Funes...

Será una locura, pero encontré - bendita la red - a Gerardo. Lo localicé a través de la net, y envié un correo, con terror. Sí, terror de que no fuera, de que fuera un homónimo, y terror de que sí fuera. Y es que el tiempo no se puede regresar....

La que fui antes, lo extraña a mares.

Daría lo que fuera por que fuera un día cualquiera, un miércoles de 1990, y me veo tomando los camiones y el metro para ir a esa casa en la calle de Victoria. Me veo saliendo del metro Juárez, en la calle de Balderas, caminando hasta el edificio de Novedades y pasando por una cantina de la esquina. Caminando por la banqueta, donde hay decenas de tienditas de artículos eléctricos. Y llegando al portón...

Subiendo las escaleras... creo que era el tercer piso. Y tocando la puerta del departamento, siempre con el corazón brincando, no sé ahora, como no sabía antes, por qué.

Abriendo la puerta, pasa, platicando con su madre. Comiendo. Me sentía más en casa que en la que era mi casa, es decir, la casa de mis padres. En esa casa me sentía más yo, más libre, más lo que quería ser. Más lo que era. Lo que fui.

Ahora qué angustia, qué terror. ¿Y si lo viera? ¿Qué queda de lo que él fue? ¿Qué queda de lo que yo era? Una cosa tengo clara, y es que el tiempo no regresa. No somos los mismos. Tal vez debería dejarlo por la paz. Tal vez debería sólo cerrar los ojos y repasar esos días... Ojalá fuera Ireneo Funes...