viernes, noviembre 21, 2008

Luz de invierno (por eso mejor cierro los ojos)


Hace varios días que cambió la luz. Ahora hay luz de invierno, y eso siempre me ha puesto un poco triste, no sé por qué. Nada que ver con las fiestas navideñas, en eso soy medio “grinch”, es sólo que el sol… no sé, el sol es diferente. Estoy segura que se podría relacionar con la serotonina, pero me da flojera investigar.


Además de que el sol es diferente, todo es diferente ahora. Y no me gusta. No me gusta nada. No me gusta porque no lo entiendo. Y como no lo entiendo, temo. Temo todo el tiempo. Y no me gusta temer, ¿a quién le gusta? (Te temo más que a los aviones...)


Es extraño sentirme sin brazos, decididamente sola. Soy fuerte, pero con la luz de inverno flaqueo, y regreso al tiempo al que no debo volver, porque no existes.
Pendientes de la semana: adelanto de tesis, seminario, examen para llevar (para miércoles), presentación (para viernes), reporte de práctica (qué bueno que no pregunté para cuando, así tengo el pretexto de no sabía…). Se viene arremolinando un fin de semana que debería ser dedicado a todo esto (claro, más lo de siempre) y en lo único que pienso es en llegar a casa y meterme bajo las cobijas y cerrar los ojos, atraparlos, que no vean nada, que no lloren, que no busquen. Y no esperar.


No esperar porque de cualquier manera no te encuentro. Es decir, no te encuentro de ninguna manera. O seré yo la que se quedó perdida.


He decidido cerrarme. Para ti, para todos. Para todos menos, claro, para Esteban, el único que me mantiene en pie, al menos con un dedo del pie en la tierra. Mi faro.


No sabría cómo explicar estas ausencias.


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